Las dimensiones poliédricas de la vida y obra de Carl Gustav Jung (1875-1961)


 





                                                       Creo sencillamente que alguna parte del yo                                               o del alma  humana no está sujeta a las leyes del espacio y del tiempo

                                                      Carl Gustav Jung

 

 

1.    Resulta casi imposible, abordar con algún rigor y cierta certeza, la descripción de fenómenos oníricos y su interpretación, sin la imprescindible y persistente alusión a los fundados criterios del psicoanalista y médico de almas, doctor, Carl Gustav Jung, Éste, sin agotar el conocimiento sabido sobre la psique,[1] y de modo particular, sobre el inconsciente, construyó, de modo excepcionalmente extenso y profundo, monumentales conocimientos asociados con el misterio del alma, como fondo y centro de una totalidad a la cual están adheridos, por invisibles hilos, una innúmera y compleja vertiente de contenidos relacionados con ella.

2.        La gigantesca obra de Jung es asombrosa. Lo es por la originalidad de sus propuestas y descubrimientos; por la diversidad de los temas abarcados; por su genio para relacionar y descifrar con profundidad temas herméticos y por la minuciosidad con la cual escarba lo ocultó y a veces lo indescifrable en cada ser humano y en cada cultura, para poder ofrecer una imagen verosímil y convincente de la geografía espiritual del hombre. Conocedor de las potencialidades del inconsciente, supo convertirlo en cofrade de su talento para el orfebre desarrollo de su creación.   

4      Del ser y de la imagen familiar de Carl Gustav Jung se conoce su llegada al mundo en Suiza, un 26 de julio de 1875. Sus inquietudes y su inteligencia son comprensibles dentro del ambiente de contrastes, religioso e intelectual, dentro del cual se van gestando sus intereses intelectivos. Nace dentro un hogar de religión protestante, cuya herencia le sirvió para interrogarse, críticamente, con las más importantes preguntas del hombre acerca del ser, la razón humana y el origen del mundo. Los dilemas religiosos y racionalistas de su padre, aludidos en Recuerdos Sueños y Pensamientos[2], junto con sus propias reflexiones, acerca de la idea de Dios, influyeron en su interés por el estudio de las religiones, de las cuales fue, a la vez, uno de sus más reflexivos y acérrimos críticos, sin hostilidad hacia ellas. Alguna impronta deja en su vida, la ascendencia de seis sacerdotes por la vía materna. También su padre lo era y dos hermanos de éste. Influencia religiosa y conversaciones teológicas en la mesa, en puntos irrazonables, le empalagaban. Le resultaba necesario conciliar su fe y su descubrimiento infantil sobre los misteriosos designios de Dios, con las razones teológicas carentes de fundamento lógico. Le resultaba imprescindible conciliar su fe y su saber con la razón. Descreía, tanto de los dogmas de la religión como de los conocimientos psiquiátricos infundados.

5.    De su madre Emile Preiswerk (1848- 1923), Jung deja entrever difíciles escollos de su fuerte carácter, con los cuales hubo de contender su padre. No era, se puede presumir, mujer dócil ni despistada. Jung reconoce en ella la posesión de un carácter disociador, por cuyo ejemplo, pudo haber gestado el niño Carl, la capacidad para alternar posiciones, desde las cuales separar y escudriñar distintas perspectivas de la realidad.

6.       El niño Jung, crece en el seno de su familia, en la cual es el hijo mayor, al cual le sigue una hembra, de quien le distancian nueve años y dentro de los cuales es diferenciado por introvertido y solitario, como rasgo distintivo de su personalidad primigenia.

7.    El joven Jung quiso estudiar arqueología, pero ante las limitaciones económicas para trasladarse hacia otra ciudad, decide cursar estudios de medicina en la Universidad de Basilea, en la cual su abuelo paterno Carl Gustav Jung (1794-1864) había sido médico y organizador de la facultad de medicina y luego rector.  Dentro de su árbol genealógico, por la rama materna le preceden cuatro médicos. En el año 1900, antes de finalizar sus estudios de grado, ingresa a la clínica Burghölzli, hospital psiquiátrico en el cual se desempeña como asistente y en donde comienza a interesarse por la psiquiatría, especialidad con precario desarrollo, cuyo estado y con cuyo esfuerzo, contribuye a revertir junto con Sigmund Freud, con quien establece amistad luego de la publicación de sus primeros estudios clínicos. Al final de ese año egresa como médico.

8.        La obra de Carl Gustav Jung, en sus variadas vertientes, revela el deseo y la necesidad del autor, de fijar un horizonte superior y trascendente, más allá del conocimiento de la psique. Esa aspiración es visible a través de su interés por el estudio de los fenómenos paranormales. Le antecedía a ella su inconformidad con la explicación sobre los dogmas religiosos y su reparo por la coherencia de las conjeturas y elucidaciones sobre los misterios. Ésta es, al parecer, la más elevada y congruente finalidad, omnipresente en su extensa obra. Por consecuencia, no se puede desconsiderar, en el reconocimiento de sus indagaciones, aquella finalidad implícita y unificadora de todos sus saberes.  No fue un óbice, para su ejercicio de la ciencia, la carga religiosa, irremediablemente heredada ni el racionalismo ni su sacralidad ante los misterios ni la horma del método científico. Reconocía su legitimidad racionalista dentro de los paradigmas predominantes y acreditados desde la academia para la búsqueda de la verdad. Supo utilizarlo, en armonía con el método fenomelógico,[3]no sin críticas hacia la castradora o limitadora parquedad cientificista. Tuvo además la inteligencia para ubicarse en un difícil e incomprensible punto medio, alucinado y expectante.

9.        En la figura espiritual de Jung se conjugan el médico perspicaz, un hombre culto y risueño, el científico innovador, el investigador social y la figura de un arqueólogo del espíritu, cuyas substancias etéreas, objetos de sus estudios, divinas unas y demoníacas otras, hacen difícil la comprensión de su obra. La utilización del método fenomenológico pareciera conducirle hacia la descripción y la sugerencia con escasa síntesis de conceptos. De allí pareciera resultar cierta dificultad, por sus lectores reconocidas, para la formación y comprensión de nociones inequívocas.

1          Interpretar muchos los textos de Jung, implica la posibilidad de desdecirlo en sus intenciones comunicativas. Si bien la materia discursiva de la Psicología Profunda está influida por la interpretación de los símbolos contenidos en los mitos y con las limitaciones impuestas al lenguaje científico, también lo está por los tabúes colectivos. En parte la sabemos condicionada por la interpretación de una materia arcana, difícil, integrada por símbolos pertenecientes a mundos, en donde la imagen es el centro de un proceso mimético, cuyas lógicas están permeadas por la afectividad, teñida de modo irremediable por la subjetividad. De modo notorio, asimismo, resultado y consecuencia de una tradición delimitadora del lenguaje. En el caso de Jung, por lo general, es observable el reiterado despliegue de argumentaciones cerradas, dentro de estrictos límites formales y muchas veces deliberadamente sugerentes,[4]por razones académicas o éticas. Su lenguaje está cargado de afirmaciones fronterizas con el punto de cero del lenguaje, conforme se entiende la ambigüedad o el contenido insinuante del texto y el subtexto en la literatura artística. Sus afirmaciones se proyectan en delimitados márgenes de compresión con intensiones taxativas, lo cual pudiere permitir la negación de lo inexplicado. A veces pareciera comprensible, cuando se describen explicaciones de los estados subjetivos, por si mismos fronterizos, y por de pronto confundibles en la delimitación de los estados anímicos, cuando por no fuere por la finitud del lenguaje, las limitaciones o la carencia de una palabra precisa en la lengua materna. En cualquier caso, también estaba consciente de la finitud del lenguaje. Consideraba que ninguno era tan perfecto como para sustituir a la vida.[5]     Desde sus años como asistente y luego durante sus estudios de doctorado, Jung ejercita nuevas prácticas experimentales como medió para conocer los motivos ocultos de algunas psicopatías. Convencido, junto con Freud, de la inseguridad de la hipnosis y de la efectividad de los sueños, como medio para acceder al conocimiento de aspectos oscuros de la psique, desarrolla la prueba de asociación de palabras, con la cual logra notorios éxitos y reconocimiento por la comunidad científica de la entonces reciente ciencia de la psicología.      Desde sus primeras experiencias como psiquiatra, Jung, reconoce la inutilidad de un solo método para inducir la sanación de sus pacientes. Considera a cada individuo como un caso único, por cuya búsqueda y conciencia de su problema, habrá de sobrevenir una solución terapéutica, surgida de la conciencia del afectado por la propia o singular naturaleza de sus males. Su punto de partida es considerar a cada paciente una persona normal y un individuo con una naturaleza y una vida única. Esperaba de los psiquiatras, la capacidad y la sensibilidad para reconocer, -al margen de métodos y conceptos- el origen real de perturbación del paciente. Exigió disposición del médico para reconocerse en esa interrelación, como parte de una ecuación humana singular, en la cual el médico requiere comprender al paciente y comprenderse, así mismo, “comprender su alma y tomarse en serio.” Consideraba que la terapia comienza con el propio médico, quien debería conocer sus propios problemas y como tratarse, para estar en condiciones de ayudar. No basta -dice- “con que el médico en los análisis teóricos adopte un sistema de conceptos.” Exige del terapeuta, conocer cómo reacciona ante el paciente. Esforzarse por comprender sus propios sueños y cómo ve su propio inconsciente la situación.[6] 

1             En el año 1902 concluye su doctorado con la tesis “Acerca de la psicología y la psicopatología de los fenómenos ocultos”. Habría sido éste un tema y una práctica de su interés, realizada en años previos a su ingreso a la universidad. Durante este mismo año viaja a París para estudiar y conocer aspectos peculiares de los descubrimientos de Pierre Janet[7] sobre los fenómenos de la disociación de la conciencia. Al año siguiente se casa con Eva Rauschenbach con quien procrea cinco hijos. En 1904 publica su Test de Asociación de Palabras, método con el cual desarrolla preludios de su concepción acerca los Complejos Afectivos Autónomos, los cuales son definidos por su autor, como fragmentos de la psique con capacidad u autonomía para funcionar sin la dirección de la conciencia. Estos serían los responsables de expresiones, acciones u omisiones involuntarias del individuo. Por su capacidad disociativa y por sus repercusiones en la vida corriente de las personas, como luego ahondaremos, constituye uno de los aportes fundamentales de su obra para el conocimiento de los diversos factores influyentes en la conducta humana. Este mismo aporte sirvió para explicar, desde la visión clínica, el antiguo y conocido fenómeno de la posesión, entendido popularmente como un fenómeno de naturaleza esotérica. A la publicación de su Test de Asociación de Palabras le sigue la publicación de Psicología de la Demencia Precoz (1907) y El Contenido de la Psicosis (1908), cuya primera edición concibió Sigmund Freud. Sus incipientes investigaciones le permiten un rápido reconocimiento de la comunidad médica y académica. En 1906 había comenzado su relación epistolar  con Sigmund Freud, de cuya concepción, el “psicoanálisis,” se hace partidario hasta 1913, cuando finaliza su amistad y su relación epistolar, por desagrado y decisión de Freud, consecuencia de su diferentes apreciaciones en torno a la importancia de la libido, y con ella, de la sexualidad, como fuente sustantiva o única, conforme al autor austriaco, de todos los sueños y como eje primordial de todos los conflictos subyacentes en el inconsciente[8].

13.           A partir de sus hallazgos clínicos y sus conferencias se convierte en asiduo conferencista en diversas universidades, desde y más allá de Europa. Hasta el año 1909 se desempeña como médico en la clínica Burghölzli y hasta 1913 como profesor suplente en la Universidad de Zúrich. Durante estos mismos años lleva registros diarios de sueños y visiones, con los cuales se introduce, en el mundo simbólico del inconsciente. Reúne de éste información, sin mucho comprender. Le asaltan las dudas; una de las circunstancias por la cual justifica su apartamiento de la docencia. En principio se repliega dentro de sus reflexiones. Vislumbraba la trascendencia científica de percepciones. Sabía que era algo grande lo que a mí me sucedía.[9] No obstante, intuía que si no lograba demostrar la veracidad de sus experiencias, como fenómenos también colectivos, estaría condenado al aislamiento. Durante ese proceso dibuja mándalas, tras cuyas grafías entrevé y descubre, a través de sí, la integridad de la personalidad, en un constante proceso de formación y transformación. Mis dibujos eran criptogramas del estado de mi individualidad, que diariamente me eran cursados.[10] Corresponden a esta época sus primeras investigaciones sobre los mitos y sus símbolos. Investiga y prepara artículos clínicos. Escribe, reelabora y publica contenidos parciales en revistas especializadas, esencialmente de universidades de países europeos, los cuales se van convirtiendo en libros de una obra inacabada por su constante revisión. Viaja entonces por diversos países recabando información antropológica en pueblos africanos, americanos y de la India. Participa en seminarios. Preside congresos, seminarios, revistas periódicas y asociaciones internacionales psicoanalíticas. El año 1904, como hemos señalado, constituye el hito del comienzo de una obra cuyo término coincide con su muerte en 1961. De ésta nos ocuparemos en otros ensayos, como medio para la comprensión de su obra y por condición imprescindible, para lograr una mayor aproximación al conocimiento de los misterios de la energía humana en su relación con las energías cósmicas en general.    



[1] Ob. Cit. “La psique no es en modo alguno un caos compuesto de arbitrariedades y casualidades, sino una realidad objetiva accesible a la investigación por medio de métodos basados en las ciencias naturales (…) en la medida en que se trata de acontecimientos objetivos, estos no pueden ser interpretados más que como procesos energéticos (…) en virtud de los cuales pueden precisamente ser calificados de fenómenos.” LA DINÁMICA DE LO INCONSCIENTE Vol. 8.Editorial Trotta.  Introducción a la edición española (2011), (pp 494-495).

 

[2] Autores: Aniella Jaffè y Carl Gustav Jung. Biografía: Sueños, Pensamientos y Recuerdos.

[3]  Uno de los métodos, y específicamente el modo propuesto por Husserl de acercarse al conocimiento de la realidad, tal cual es observada y en sus estrictos límites, ignorando deliberadamente lo conocido sobre ella y sus correspondientes correlatos, sin negar lo sabido y conviniendo que la inferencia no es un acto empírico, sino intencional. Ver: Mora Ferrater en Diccionario de Filosofía abreviado. Editorial Suramericana (2006), p.147.

[4] “Para mí es tan grande la tentación de hacer todo una meta y un método, que premeditadamente, para no prejuzgar nada, me expreso de modo muy abstracto, pues lo nuevo no ha de ser eso o aquello, de lo contrario se hace de ello una receta, que se puede multiplicar “maquinalmente” y seria de nuevo el “medio correcto” en manos del hombre erróneo”.  EL SECRETO DE LA FLOR DE ORO. Editorial Paidos. Segunda Reimpresión, noviembre de 2010.  p.49

                                                     

[5]     Carl G. Jung. Recuerdos, Sueños, Pensamientos.  p.113

[6]  C. G. Jung. Recuerdos, Sueños, Pensamientos; p.80

[7]  Pierre Janet (1859-1947) psicólogo y filósofo nacido en París.  Se le señala como el primer autor quien estudio, de modo extenso, los fenómenos disociativos o fragmentadores de la conciencia, a través de la hipnosis. Sería el definidor del término subconsciente, para categorizar un nivel de funcionamiento de la conciencia.

[8] Conforme a Freud, “Lo inconsciente constituye la auténtica realidad de lo psíquico: su naturaleza más íntima resulta tan desconocida como lo real del mundo exterior es dada a través de los datos de la conciencia tan incompletamente como el mundo exterior por el de nuestros órganos sensoriales”. LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS. SIGMUNG FREUD. Editorial Biblioteca Nueva. Madrid. p 528.

[9] C. G. Jung. Recuerdos, Sueños, Pensamientos. Pp.115-116

[10] Ídem p.117

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