Sobre la problematicidad perceptiva de la energía psíquica.

 



Hemos explicado antes, el aparente poco interés de la psicología por abordar el fenómeno de la delimitación, conversión y potencia de la energía psíquica y la elucidación de sus efectos en expresiones numinosas.[1] Hacerlo, comenzando por el análisis de los aportes de los pioneros (Wundt, Jung, von Grot, Th Lipps) resulta, de modo cierto, imprescindible, sin desconsiderar la complejidad, la posible estreches teórica y el reconocimiento de la insuficiencia, en su tiempo, de medios adecuados para medirla. Hasta ahora, entenderemos por energía psíquica, la observable en los procesos de tipo intelectual, afectivos y emocionales; como distintos de aquella energía desplegada en actos locomotores, mecánicos o de esfuerzo físico.

Desde el momento en cual se requirió la conceptuación de la energía psíquica, hubo de diferenciarse entre energía psíquica y fuerza psíquica. A la primera, se le consideró la condición previa para su acaecer en fenómenos como instinto, deseos, voluntad, afecto, atención, rendimiento etc., que son precisamente fuerzas psíquicas.[2]

En las consideraciones de Jung hechas en Energética Psíquica y Esencia del Sueño[3] son comprensibles las carencias teóricas. Estamos aludiendo a disquisiciones primigenias en los albores de una psicología, de modo cierto, científica. La condición primera, hemos dicho, pareciera ser ampliar el campo de estudio de la psicología analítica; y agregaríamos, con la disposición de amplitud de esfuerzos pluri y transdisciplinares.

La obra, up supra citada, es imprescindible para el abordaje del tema de la energía psíquica como parte esencial de la totalidad de la humana, a modo de lámpara, algunos de cuyos artículos datan de la primera y la segunda década del siglo XX, y de modo concreto: Fundamentos de la Concepción Energitista en Psicología; no sin antes desmalezar discusiones inconducentes hacia ninguna certeza y en aras de lograr necesarias coincidencias intersubjetivas.

Conforme a la expresión fenoménica de la energía, existiría evidencia palmaria en un grupo de sus manifestaciones y en otro menos. Desde el siglo pasado, sería posible cuantificar efectos psico-energéticos en la respiración, en el pulso y en reacciones sensitivas de la piel. Menos acuerdo hubo, desde entonces, en aspectos teóricos. Tal es la discusión entre los enfoques mecanicista y energitista, conforme a los cuales, habría hechos causales, derivados del primer enfoque, y hechos finales derivados del segundo: la concepción mecanicista  – dice Jung, aludiendo con reservas[4] los registros de Wundt[5] de 1903, - es puramente causal y concibe todo hecho como resultado de una causa, aceptando que las sustancias inmutables modifican sus relaciones mutuas de acuerdo con leyes constantes.[6] Por inmutables no se modificarían, sino sus relaciones, sin desmedro de la posibilidad del carácter constante y regular de sus modificaciones. Cabría preguntarse sobre la identidad de tales sustancias. Inmutables. Luego afirma: La concepción energitista, en cambio, es esencialmente finalista y concibe el suceder como consecuencia de una causa, en el sentido de que las variaciones fenoménicas se basan en la acción de cierta energía.[7] En ambos casos, no lo dice Jung, la mutación sería el resultado de cierta energía, la cual, conforme se debería comprobar, deberían ser constantes. Las acotaciones de Jung parecen fundarse, además, en sus convicciones acerca de la existencia de hechos acausales o inmotivados por causas nominables.   

El estudio de la energía psíquica, se apoyaba en la existencia del sistema de valores psicológicos, derivado de un sistema de evaluación energético cuantitativo y por tal ponderable.[8] Estos sistemas de valoración corresponden a modelos ejercitados durante el lapso de las tres primeras décadas de siglo xx, momentos en los cuales comenzaba a desarrollarse la psicología a través de los estudios y la experimentación iniciados por Wundt. También Jung se valió de la vía práctica por medio de instrumentos para la apreciación de emociones, durante el estudio de los fenómenos de asociación de palabras y para la exploración de lo inconsciente. Utilizó mecanismos para determinación del trazado de pulso, la curva respiratoria y la reacción psicogalvánica, ésta última consistente en la reacción psicobiologica escrutable en la piel, por efecto de una actividad bioeléctrica.

Se debe acotar que el sistema de valores, antes aludido, fue una escala general, la cual sólo consideraba condiciones psicológicas individuales. Una dificultad con la cual se enfrentaban, Jung y otros psicólogos, era estimar las apreciaciones subjetivas de cada individuo, con relación a unos valores de carácter general, sin desconsiderar la dificultad de lograr exactitud y objetividad. Esos experimentos permitían comparar valoraciones subjetivas, su relatividad con relación a los demás valores y sus intensidades. Uno de los escollos hallábase al comparar, por ejemplo, el valor de la intensidad de un pensamiento con relación al valor de la intensidad de una impresión sensible. Otras dificultades se presentaban cuando las apreciaciones de un valor subjetivo trascendían los límites de la conciencia y se difuminaban en los umbrales del inconsciente. Más difícil, puede resultar todavía, valorar, cuando los contenidos conscientes son reprimidos o desplazados hacia aquella instancia oscura. Por este motivo Jung planteó la imposibilidad de determinar una escala de valores para ella.

El estudio de los fenómenos de asociación fue, para Jung, la ocasión de profundizar en el conocimiento del comportamiento los complejos,[9] cuya energía se nutre de agrupaciones de elementos psíquicos cargados alrededor del núcleo del complejo. Un estado de tristeza o de ira, por ejemplo, puede tener la capacidad para absorber la energía de sentimientos diferenciados, parecidos o concomitantes con ella, como el desconsuelo, el desánimo o en el caso de la ira, nutrirse de energías lindantes con la indignación, el arrebato, la soberbia, como formas varias, y diferenciadas, en las que se pueden experimentar y observar el despliegue de ciertos estados anímicos; como veremos luego en la descripción más completa sobre el origen y la formación de los complejos, cuyo nombre refleja, la noción de una estructura articulada (constelizada) de sentimientos o emociones con energía propia, capaces a su vez de convertirse en el núcleo de un complejo con autonomía para alterar el comportamiento de  individuo y por tal la alteración de su conciencia.

Uno de los elementos sustantivos, dentro de estas disputas, es el criterio de si lo psíquico debía considerarse un sistema relativamente cerrado, aunque esté ligado a la función cerebral, cual fue la posición de Jung en oposición a Nicolás von Grot, filósofo ruso,[10]a quien no obstante reconocía el carácter innovador de sus ideas. Éste había proclamado que 1) Las energías psíquicas, no menos que las físicas son cantidades y magnitudes. 2) Son intercambiables, como formas distintas del trabajo psíquico y de la potencialidad. 3) Pueden transformarse en energías psíquicas y viceversa.[11] (por mediación de procesos fisiológicos). Apenas es necesario advertir que la tercera de estas leyes es muy cuestionable.[12]       

  Se debe decir, además, que no son sólo filósofos en quienes se apoya para formular y dirimir estos conceptos. Es oportuno señalar el esfuerzo realizado por Jung, por argumentar, bajo la egida de los criterios de físicos y bajo la luz de leyes de la física de su tiempo. Es conocido su acercamiento a Albert Einstein a quien trató por la época en el cual éste había formulado su primera teoría sobre la relatividad y de cuyo testimonio personal tuvo la certeza sobre la imponderabilidad única de tales categorías. La desestructuración física y lógica de aquellos fundamentos de una realidad en curso tempo-espacial, pudo haber sido valiosa para comprender la igual inescrutabilidad de los nexos existentes entre el espacio-tiempo y causalidad-sincronicidad, como hubo de abordarlo treinta años después en sus intercambios con el físico y Nobel Wolfgang Pauli,[13] quien sugirió sustituir la oposición de espacio y tiempo del esquema clásico por (conservación de) la energía/continuum espacio temporal.[14] Esta tesis pareciera sugerir la existencia de un único espacio-tiempo en el cual están conectadas, de modo continuo, las formas de energía existentes en el universo. Otras influencias significativas provinieron de filósofos como Ludwig Busse.[15]

El estudio de la energía psíquica, no pareciera más difícil que el estudio la energía cuántica. En todas las formas de energía subyace la dificultad como tópico de problematicidad más que de imposibilidad. En la obra: Sobre la Energética del Alma, el autor establece fundamentos de la concepción energitista en la psicología, tal como define, textualmente, el primer contenido de esa cardinal obra. En ella, con el mayor rigor metodológico para entonces convenido, basándose en postulados de la física, confirma la existencia y la percepción colectiva del fenómeno energético humano como función anímica, dinámica e incluso parcial y potencialmente medible. 



[1]  Termino definido por Rudolf Otto como “experiencia no-racional y no-sensorial” para referirse a la noción y la vivencia de lo divino o sagrado.   

 

[2] Carl Jung, p.27.  En: Aplicación del Criterio Energitista. Previa a esta cita en la cual Jung atribuye a Th. Lipps, la diferenciación entre energía psíquica y fuerza psíquica.

  

[3] ENERGÉTICA PSÍQUICA Y ESENCIA DEL SUEÑO (1982) Editorial Paidos. Barcelona- España   

 

[4] Carl Jung se refiere a la discusión entre energetismo y mecanicismo, como un pleito paralelo al viejo problema de los universales, dentro del campo de la filosofía 

 

[5]  Wilhelm Wundt (1832-1920) Fisiólogo y psicólogo alemán. Precursor y fundador de los estudios de psicología científica o experimental. Fue el creador del primer laboratorio de psicología experimental (1879) para estudios psicofísicos y fisiológicos. 

 

[6] Fundamentos de la Concepción Energitista (p.15)

 

[7] Ídem (p.15)

 

[8] no solo disponemos de un sistema objetivo de valoración, sino también un sistema objetivo de medición, cual es el de los valores morales y estéticos colectivos. Ibídem (p.20)  

 

[9] Complejos Autónomos de Carga Afectiva: una descripción breve y provisional, podemos tomarla del propio Jung, quien los describe como unidades vivientes de la psique inconsciente ENERGÉTICA PSÍQUICA Y ESENCIA DEL SUEÑO (1982). En: Generalidades de la Psique Inconsciente (p.87). Editorial Paidos

[10] Filósofo ruso de quien se ignora casi todo en los ámbitos de publicación alguna y en la Internet.

[11] ENERGÉTICA PSÍQUICA Y ESENCIA DEL SUEÑO p.26. Ideas citadas por C. Jung, formuladas en: Los conceptos del alma y energía Psíquica en Psicología Tomo IV. 1898 (Die Begriffeder Seele und Psychischen Energie in der Psychologie. Tomo iv 1898)

[12]  Fundamentos de la concepción energitista en psicología. En: ENERGÉTICA PSÍQUICA Y ESENCIA DEL SUEÑO. Editorial Paidos 1982.  P.18

[13] Wolfgang Ernst Pauli (1900-1958), nacido en Viena el 25 de abril de 1900 (Imperio austrohúngaro). Se licencio en su lar natal en la escuela pública Gimnasio de Döblinger. Se doctoró en la Universidad de Múnich (1921). Ejerció como profesor universitario y químico. Fue galardonado con el Premio Nobel en 1945, por el Principio de exclusión, cuya teoría habría permitido la experimentación del fenómeno del entrelazamiento cuántico. Formuló la existencia del neutrino. Publica los principios fundamentales de la mecánica cuántica (1933), como obra conciencidora de la nueva realidad científica en la física. Aparte de su condición de físico teórico se interesó por el tema de la sincronicidad, como aspecto de una realidad no mediada por las clásicas nociones de causalidad y de espacio y tiempo.

 

[14] Precursores de la idea de la sincronicidad, p.501. En: La Dinámica de lo Inconsciente. Vol. 8. Editorial Trotta. 2011

[15] Carl Heinrich August Ludwig Busse (1862-1907), filósofo alemán, nacido el 27 de septiembre en Braunschweig. Fue representante de una concepción metafísica conforme a la cual todo lo pensado es objetivamente real.  Su obra fundamental habría sido: Mente y cuerpo alma y cuerpo, (1903).

 

 

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