Sobre el misterio de las energías cósmicas y humanas.



           

             

                "La novedad, más que la grandeza de las cosas, es la que nos incita a         buscar sus causas. Hemos, pues, de juzgar con más reverencia la potencia      infinita de la naturaleza y con más humildad nuestra flaqueza e ignorancia"

                                                          

                                                               Miguel De Montaigne                                        

                                                           

    

         "Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio" 

                        

                                                                                                                                                                            Albert Einstein 

 

                      
Henry Tovar
      

          Por novedosas y desconcertantes, tenemos grandes preguntas en la ciencia actual. También ingentes o inusitadas y eternas interrogantes del hombre acerca del origen de la vida y los límites del universo, entre otras, difíciles de responder, cual menos por misteriosas. ¿Son los misterios sobre el origen y su sentido, más grandes que su razón?    

      La vida del hombre está colmada de enigmas; pero éstos, para el individuo contemporáneo, se han convertido en asuntos o preguntas ociosas. Una buena parte de los investigadores y diletantes de todo conocimiento, parecieran darse por satisfechos, únicamente, con explicaciones científicas, presumiendo acaso ilimitada suficiencia. Sólo le importan lo sabido desde la ciencia, hasta cuando unas verdades incompletas, son sustituidas por nuevas investigaciones y certezas de mayor amplitud. 

        Después de indecibles descubrimientos en los dos últimos siglos, todavía se siente conforme con explicaciones mecanicistas sobre causas y efectos, dentro de un persistente paradigma, casi cercano al mito, sobre la causación material e irrestricta de todas las cosas. Pareciera que a ningún conocimiento, fuera de la ciencia, es posible acceder. Al parecer, pocos se preguntan cómo pudo ocurrir el acopio de tantos hallazgos antes del nacimiento del método de Bacon. Se debe decir, por los aportes de diversas filosofías, que sobre ella o aquellas, se perfeccionaron los métodos para acceder a las frondosidades del saber. El parto de la verdad ha estado antecedido por el asombro, la necesaria especulación y la inquisitoria controversia. Algún mínimo reconocimiento también debemos a la intuición. ¿Fue o es acaso posible el conocimiento sin la ciencia? ¿Estaremos negando el valor y la trascendencia de la ciencia? ¿Es acaso la ciencia el único medio para acceder al conocimiento?  ¿Es acaso la filosofía un instrumento legítimo de la sapiencia? ¿Es deseable y posible el ejercicio de la ciencia sin reflexiones sobre sus puntos de partida y las posibles coordenadas de su llegada?   

       En las ciencias en general, grandes preguntas y difíciles respuestas han remodelado la imagen y las posibilidades de una mejor vida en el mundo. No obstante, interrogantes fundamentales para el más profundo conocimiento del hombre y de sus potencialidades, siguen sin la búsqueda de oportunas contestaciones académicas. El salto cualitativo en la Física del siglo XX, habría sido la comprensión de que la diversidad de la materia es el resultado de la estructura cuántica subyacente en ella. Pareciera entonces conveniente conocer la amplitud de las dimensiones cuánticas. ¿Se reducen éstas al mundo de la materia y la energía, como objetos de estudio de la física? ¿Es posible o lícito suponer la existencia de magnitudes cuánticas vinculadas con la energía humana y junto con ella la relacionada con el pensamiento? ¿Es el hombre un productor de energías cuánticas? ¿Es imaginable o dable, la existencia de un campo de estudio correspondiente a una antropofísica?

     En la cosmología, algunas de las preguntas más discutidas estarían referidas a la existencia de la materia oscura, masa entendida como inabsorbente e inimitente de radiación, sólo detectable aquella por sus efectos gravitacionales, ejercidos sobre la materia visible y sobre la estructura del universo. Igualmente, preguntas como la energía oscura, como cosa distinta de aquella y como supuesto para entender el porque de la expansión espacio temporal acelerada del universo. Esta energía sería un posible factor equilibrante de la fuerza gravitacional de atracción y una energía tal, correspondiente al 70%  del contenido existente en el universo.   

    En la física cuántica algunos de los asuntos más relevantes y sus respuestas, son la racionalización o la aceptación natural del fenómeno de entrelazamiento de partículas y su posible correlación dentro fenómenos humanos; la ubicuidad de sus desplazamientos, planteadas en el Principio de Incertidumbre de Heisenberg; la presumible existencia de universos paralelos; la probable existencia de once dimensiones en el universo, conforme a la racionalidad y verosimilitud de fórmulas físicas. Los resultados acopiados hasta ahora, en torno a la ubicuidad probabilística de las partículas, permiten preguntar, sí, ¿Es acaso la naturaleza, intrínsecamente indeterminista? ¿Puede, racionalmente comprenderse que una partícula pueda estar en varios lugares a la vez? 

     En el campo de la Física Cuántica, estas preguntas tienen algunas explicaciones y cartas aceptables de ciudadanía o racionalidad. La misma racionalidad negada a la telepatía o la incomprensión y el desdén por el estudio de los fenómenos de la sincronicidad, en el campo de la psicología. Las autolimitaciones de la ciencia para confrontarse con lo numinoso, pareciera radicar en su propia desconfianza. En su escepticismo. En la comodidad de los métodos existentes. No en su imposibilidad metodológica. Tampoco en la inexistencia fortuita o sistemática de evidencias empíricas. 

     

 Henry Tovar
      
     
 









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